No fue agradable despertarme y descubrir una mancha púrpura en mi pijama. Y menos lo fue aún, levantar la mirada y ver un charco amarillo limón de algo extraño en el techo. Una sustancia en polvo que, al caer, pasaba de amarillo a verde, de verde a azul y de azul a violeta. Un lila que, en un primer momento, me pareció sangre.