sábado, 2 de abril de 2011

Lémur

Mis botas avanzaban levantando polvo cobre mientras la capa azul ondulaba al aire. Él me esperaba vestido de uniforme, con el yelmo gris grafito y el pelo rubio despeinado.


Su lémur intentaba morderle la oreja. El animalillo, con esos ojos tan grandes y abiertos, sonreía  enseñando dos hileras de colmillitos. Acechaba el lóbulo de su amo con aire travieso e inclinaba su cuerpecillo hacia él discretamente. Cuando empezaba a girar la cabeza y a abrir la boca, Marsh giraba la cabeza como un rayo y le chistaba. El monstruito se tapaba la frente con los brazos, tétricamente.

Al mío le había dado por tocarme el cuello con la punta de la lengua. Se tumbaba bocabajo en mi hombro derecho y sacaba la lengua todo lo que podía para tocarme la piel. De reojo veía como torcía los ojos de emoción. Pero jamás le dejaba, con sólo un susurro se tapaba los ojos con esas manitas beige de deditos pequeños y rechonchos.

-No sé cómo tienes tan bien amaestrado a tu bicho. Clark no para de intentar morderme la oreja.

-¿En qué has llegado?

-A caballo. –Giró la cabeza hacia atrás e hizo un ademán. Señalaba a un Appaloosa rojizo y de pelaje lustroso. –Es bonito, ¿eh?

-Debemos partir ya.

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