En busca del Sol:
Los
trastos de mi caravana
De pequeño Jack no soñaba con ser un guerrero del zodíaco o
un pirata, ni con montar a lomos de un dragón y conquistar la galaxia. Él
deseaba algo más mundano, algo de todos los días. Quería llegar hasta el Sol.
Para ello, una vez que cumplió los veinte años, preparó su
caravana: pantalones, calzoncillos, botas y sus cachivaches. Trastos como su
despertador con forma de Stormtrooper de Star Wars, el póster de la última gira
de los Kiss y su prisma. A estos enredos se le reunieron otros que fue
recolectando a lo largo de su viaje. Como la langosta con sombrero mexicano y
camiseta del “Gury’s Tacos”. La divertida (o ridícula, según opiniones)
langosta fue un obsequio por zamparse tres burritos y cuatro tacos acompañados
generosamente de chili. También le dieron una camiseta idéntica a la de la
mascota, sólo que de “tamaño humano” y no “tamaño langosta”. Claro que la tuvo
que tirar tres meses después debido al consejo de una vieja novia que ahora no
viene a cuento y a una horrorosa mancha de salsa tártara en otro restaurante tampoco
digno de mencionar. En fin.
Así, la parte trasera de la caravana de Jack iba llenándose
de trastos. Y de gente. Puesto que durante su camino conocía a otros chicos con
increíbles metas como la suya… Además, estos acompañantes se iban contagiando
del espíritu de Jack. Ese impulso “ladygagiano”
terminaría convirtiéndose en una pasión común, el Sol.
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