sábado, 5 de octubre de 2013

En busca del Sol III



En busca del Sol: 

Los trastos de mi caravana


De pequeño Jack no soñaba con ser un guerrero del zodíaco o un pirata, ni con montar a lomos de un dragón y conquistar la galaxia. Él deseaba algo más mundano, algo de todos los días. Quería llegar hasta el Sol.


Para ello, una vez que cumplió los veinte años, preparó su caravana: pantalones, calzoncillos, botas y sus cachivaches. Trastos como su despertador con forma de Stormtrooper de Star Wars, el póster de la última gira de los Kiss y su prisma. A estos enredos se le reunieron otros que fue recolectando a lo largo de su viaje. Como la langosta con sombrero mexicano y camiseta del “Gury’s Tacos”. La divertida (o ridícula, según opiniones) langosta fue un obsequio por zamparse tres burritos y cuatro tacos acompañados generosamente de chili. También le dieron una camiseta idéntica a la de la mascota, sólo que de “tamaño humano” y no “tamaño langosta”. Claro que la tuvo que tirar tres meses después debido al consejo de una vieja novia que ahora no viene a cuento y a una horrorosa mancha de salsa tártara en otro restaurante tampoco digno de mencionar. En fin. 


Así, la parte trasera de la caravana de Jack iba llenándose de trastos. Y de gente. Puesto que durante su camino conocía a otros chicos con increíbles metas como la suya… Además, estos acompañantes se iban contagiando del espíritu de Jack. Ese impulso “ladygagiano” terminaría convirtiéndose en una pasión común, el Sol. 


¡Dios, como necesitaba ese cacharro una limpieza!

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